Par iniciar nuestro recorrido, haremos mención al naufragio sufrido por el vapor y correo "Santa Isabel" en el año 1921, el cual se vio obligado a enfrentarse a un terrible temporal que le hizo encallar en las piedras de Pegar, perdiendo sus vidas en el accidente 213 personas. Tal hecho hizo que ese siniestro fuese considerado como el "Titanic" gallego.
El hecho de hallarse él litoral gallego frente a uno de los corredores marítimos más importantes del mundo, hacen que sus puertos sean de un gran interés para realizar escalas técnicas o comerciales, pero a su vez esa beneficiosa alta intensidad de tráfico marítimo presenta un riesgo importante en el momento de valorar posibles accidentes, accidentes que, lamentablemente, tarde o temprano se presentan, (es lo del cántaro que va a la fuente), con la agravante de que muchos de los buques que por allí navegan son tanques, transportando productos altamente nocivos para el medio ambiente.
Para dar a conocer o recordar hechos relevantes en tal sentido, se trata a continuación sobre aquellos siniestros más recientes y conocidos que han dejado profunda huella en el sentimiento de las gentes, cuyas consecuencias han sido, en su mayoría, de carácter material, si bien también alguna vida ha sido cobrada por el mar.
B/ URQUIOLA.
El buque tanque "Urquiola" era un habitual del Puerto coruñés, era el mayor de los buques que en aquellos momentos tenía, como destino habitual, la terminal de Repsol, pero el día 12 de Mayo de 1976, coincidiendo con el del santo patrón de la Junta del Puerto, Santo Domingo de la Calzada, aquel buque tuvo su fatal encuentro con unas agujas submarinas que en uno de los canales de entrada del Puerto se hallaban, agujas que lo habían visto navegar en sus proximidades en todas las anteriores ocasiones en que el buque había visitado el Puerto, sin que en momento alguno delatasen su presencia y el peligro que representaban, si bien ese día decidieron llamar su atención abriendo las entrañas de aquel buque, y no les llegó hacerlo una vez, sino que lo hizo en dos ocasiones, destripando un casco de acero como si del caballo de un picador se tratase ante un toro bravo.
B/ AEGEAN SEA.
Un fatídico día 3 de Diciembre de 1992, un buque tanque bautizado con el nombre de "Aegean Sea", si bien popularmente ha sido identificado como "Mar Egeo", y bajo bandera griega, hace maniobras para entrar en la Ría de A Coruña con la finalidad de realizar operaciones en la refinería coruñesa de Repsol. Los medios de comunicación consultados, estiman que transportaba entre 70.000 y 80.000 tns. de crudo en sus tanques.
Al mando de su capitán Konstadinos Stavndis, aquel buque se aproximaba al Puerto con unas condiciones meteorológicas complicadas, como eran los vientos que superaban lo 100 km/h. y una visibilidad inferior a 100 mts. Aquello facilitó que el buque se desviara de su rumbo y fuese a encallar a los pies de la Torre de Hércules, lugar en el que, en un primer momento, se partió en dos para posteriormente incendiarse y "morir".
Una vez más, el medio ambiente se siente atacado y, dolorosamente, contempla abatido y sin posibilidad de defenderse las agresiones a las que le está sometiendo el ser humano, a pesar de que su desgracia es la de los hombres y mujeres que alimenta.
B/PRESTIGE.
El día 13 de Noviembre de 2002, una nueva tragedia marítima amenazaba con incrementar, una vez más, la negra y larga lista que ensombrece las costas gallegas de sucesos dolorosos, en este caso por la agónica muerte de un buque tanque que transitaba por el corredor marítimo gallego transportando 76.972,95 toneladas de fuel pesado.
Aquel día su capitán ,Apostolos Mangouras, lanza una llamada de auxilio informando que el buque a su mando corre grave peligro, momento a partir del cual comienzan las actuaciones que obligan al buque a realizar un peregrinar náutico que finaliza el día 19 del mismo mes con la partición en dos del buque y su hundimiento, derramando durante su agonía gran parte del contenido de sus tanques, vertido que continuaría produciéndose una vez hundido el buque.
Aquel vertido se extendió a lo largo de la costa gallega como un manto, de color negro y pegajoso tacto, que causó muy importantes pérdidas en la costa, afectando a su flora y fauna con el consiguiente perjuicio para las gentes cuya subsistencia se basaba en los productos obtenidos del mar. Aquella mancha se extendió por el Mar Cantábrico alcanzando incluso las costas francesas, lo que da muestra de la magnitud de la catástrofe.
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